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Más Allá de las Apariencias: Los Primeros 100 días de Daniel Noboa

Llegaron los primeros 100 días de gobierno y junto con la «popularidad» del presidente y la crisis en Ecuador, se ha generado confusión entre aquellos que observamos la realidad sin emocionarnos con los titulares de los medios tradicionales, los cuales pintan un paraíso. Tenemos una primera dama que parece salida de una película inglesa, realizando obras de caridad mientras enfrentamos la cruda realidad que nos ha sumido en el abismo durante años: la reducción del presupuesto en educación.

No puedo comprender cómo se espera acabar con la delincuencia y la extrema pobreza si no se garantizan los derechos fundamentales de las niñas, niños y adolescentes ecuatorianos. Se celebra la creación de supuestos 50,000 nuevos empleos, pero datos de la FAO indican que 2.5 millones de ecuatorianos apenas comen una vez al día, y no precisamente alimentos adecuados. Casi 4.4 millones trabajan en el sector informal y no ganan ni siquiera el salario básico. Además, 27 de cada 100 ecuatorianos viven en la pobreza con menos de 3 dólares al día, y un 10.8% en pobreza extrema con menos de 1.6 dólares al día.

Me pregunto, ¿dónde está el 80% que aprueba la gestión del presidente actual? Según mis cálculos, estas cifras no concuerdan. En este punto, vuelvo a reflexionar sobre el impacto que tienen los medios de comunicación y las redes sociales, que parecen impedir que la gente razone.

Otra curiosidad interesante es el título Honoris Causa, que según la Real Academia Española representa una «distinción o título, generalmente un doctorado, que se concede como reconocimiento a los méritos de una persona, sin que esta tenga que efectuar prueba alguna para conseguirlo». Recientemente, Guillermo Lasso recibió uno por el proceso de vacunación, mientras que en el actual gobierno, Daniel Noboa fue premiado la semana pasada por su vocación de servir a la ciudadanía. Los nombres suenan muy bien, pero resulta incoherente que quien recibe el premio tenga una deuda millonaria de impuestos en el país que gobierna y que proponga trabajar más en un país que carece de oportunidades y ahora de educación.

Estamos entre los países con los niveles más bajos de educación en América Latina. Niñas y niños de barrios periféricos ni siquiera saben lo que es asistir a un centro educativo. Los profesores son despedidos, no hay calidad ni seguimiento por parte de las autoridades, y se espera que trabajemos más para poder comer tres veces al día y aumentar el postre (la ironía me pertenece).

Entiendo que somos un país difícil de gobernar, pero el daño que nos han causado no se repara en un año de gobierno ni con una consulta popular, cuyo presupuesto podría haber sido destinado a los miles de damnificados por el fenómeno del niño y a crear pequeñas oportunidades para los más vulnerables. Algo tan básico como tener acceso a la educación y garantizar todos sus derechos.

En fin, esta historia seguramente continuará…

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