La violencia de género, una sombra que oscurece nuestra sociedad, se está extendiendo en diferentes esferas de la vida cotidiana.
Desde un pequeño comentario en redes sociales, hasta la política nacional, y que al parecer los estamos normalizando y alcanzando niveles alarmantes.
Hace un par de semanas Peter Calo, el ex legislador fue sentenciado por un delito de violencia sexual y como todo en este país se vuelve político, Leonidas Iza afirmó que esto se trata de una persecución y que el implicado ya tenía una relación con la víctima.
¿Qué representa esto?
Un discurso cargado de estereotipos que sigue atentando a la integridad de todas las mujeres.
Por otro lado nos encontramos con el caso de Soledad Padilla, increíblemente la Revolución Ciudadana sacó un comunicado respaldando al 100% a Jorge Glas, sin poner en tela de duda sus versiones llenas de victimización y arrogancia, la supuesta intimidación o violencia psicológica debe ser investigada sin cuestionar el tiempo, el momento y el lugar en que la supuesta víctima denunció. La tildan de oportunista y extorsionadora como si fuera fácil hacer público un caso de acoso. Y esto solo enumerando los casos públicos de las última semanas, hay miles de casos que han quedado en la impunidad y muchos más que siguen pasando y lamentablemente quedan en silencio.
¿Acaso no saben que en Ecuador 7 de cada 10 mujeres han vivido algún tipo de violencia de género? que 1 de cada 4 mujeres ha vivido violencia sexual y que tristemente la violencia psicológica es la forma más recurrente de violencia de género con el 53,9%.
Pese a estos datos alarmantes, cada vez es más complejo que una mujer incursione con tranquilidad en política, o en cualquier ámbito profesional, ya que con cualquier decisión o acción puede ser blanco de ataques.
Actualmente dentro de los movimientos políticos no hay voluntad para atender la violencia de género, siguen siendo patriarcales, jerárquicos, llevándose por el compadrazgo y pese a las mentes brillantes de miles de mujeres, son los hombres quienes afirman que no están listas para participar en altos cargos y peor aún en las decisiones políticas de este país.
El último proceso electoral fue el más violento de la historia, con 88 casos de violencia política de los cuales el 18% fueron hacia mujeres.
Y ¿qué pasa en esta selva digital?
Las construcciones de narrativas en medios y redes sólo denigran más la situación, la violencia de género debe ser evitada en el discurso y en la práctica.
Un protocolo de prevención y actuación frente a casos de acoso, discriminación y violencia de género en cualquier espacio, incluido los partidos políticos, solo funciona si desde la cabeza se está dispuesto a implementarlo.
Con líderes machistas a cargo, nada funcionará, porque no falta marco jurídico, son las autoridades que tampoco actúan ni tienen una visión de género.
Calladita no te ves más bonita, porque no estás sola, a través de la educación, la concienciación y la acción colectiva podemos trabajar juntas para erradicar esta lacra de nuestra sociedad y construir un Ecuador más seguro y equitativo para toda y todos. La lucha contra la violencia de género es una responsabilidad compartida que todos debemos asumir, y es nuestro deber también educar y fortalecer a las nuevas generaciones para que se involucren en estos temas y no permitan que si sigan normalizando estos hechos atroces.