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VPH y cáncer: una amenaza silenciosa que sí se puede prevenir

¿Sabías que un virus tan común como el VPH puede transformarse en una amenaza mortal?

¿Qué estamos haciendo como sociedad para frenar su avance?

El papilomavirus humano (VPH) es una de las infecciones de transmisión sexual más comunes en todo el mundo, pero también una de las más subestimadas. Su gran mayoría no genera síntomas y desaparece por sí sola. Sin embargo, ciertos tipos de este virus pueden generar alteraciones celulares que desembocan en diversos tipos de cáncer. Lo alarmante no es solo su prevalencia, sino la desinformación, el estigma y la falta de acceso a métodos de prevención eficaces.

Esta nota busca no solo informar, sino también cuestionar y provocar reflexión: ¿por qué, si existe una vacuna altamente efectiva, aún hay mujeres y hombres muriendo por cánceres relacionados con el VPH?

¿Qué es el VPH por qué es tan común?

El virus del papiloma humano agrupa más de 200 tipos virales. De estos, al menos 14 son de alto riesgo oncológico. El contagio se da principalmente por contacto sexual (genital, anal u oral), y en la mayoría de los casos, el sistema inmunológico combate y elimina la infección en menos de dos años. Pero en algunos casos, especialmente cuando la infección persiste, las consecuencias pueden ser devastadoras.

El VPH puede provocar verrugas genitales o, en sus formas más graves, cáncer cervicouterino, de vulva, vagina, ano, pene, boca y garganta. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), en 2019 el VPH causó alrededor de 690,000 casos de cáncer en todo el mundo: 620,000 en mujeres y 70,000 en hombres.

  • Los datos son contundentes:

En 2022, el cáncer cervicouterino fue la cuarta causa de muerte por cáncer en mujeres a nivel mundial, con cerca de 660,000 casos nuevos y 350,000 muertes.

Más del 90% de los cánceres relacionados con el VPH afectan a mujeres.

La prevalencia de infecciones por VPH es más alta en regiones con menor acceso a servicios de salud: África Subsahariana (24%), América Latina y el Caribe (16%), Europa del Este (14%) y Asia Sudoriental (14%).

El VPH también impacta con mayor fuerza a poblaciones vulnerables: mujeres con VIH, hombres que tienen sexo con hombres, personas inmunodeprimidas y víctimas de violencia sexual. El virus, como vemos, no discrimina, pero sí encuentra terreno fértil donde hay desigualdad

  • Síntomas: el peligro de lo invisible

La gran mayoría de las personas infectadas no presentan síntomas. Esta es la razón por la que muchas veces el virus avanza sin ser detectado hasta que ya ha producido lesiones precancerosas o incluso cáncer.

  • Cuando aparecen, los síntomas pueden incluir:
  • Verrugas genitales (en el pene, vagina, ano, garganta).
  • Sangrado vaginal entre periodos o después del sexo.
  • Secreción vaginal anormal y con olor fuerte.
  • Dolor pélvico o molestias al orinar.
  • Pero hay un problema mayor: los síntomas muchas veces se confunden o se ignoran. Por eso, la detección temprana es clave.

Prevención

La vacuna contra el VPH es segura, efectiva y representa el mayor avance en la lucha contra estos tipos de cáncer. No contiene virus vivos ni ADN viral, por lo que no puede causar enfermedad. Su propósito es claro: prevenir.

¿Quiénes deben vacunarse?

  • Niñas y niños de 9 a 14 años (preferiblemente antes del inicio de la vida sexual).
  • Personas inmunodeprimidas (con esquema de dos o tres dosis).
  • En algunos países, también se vacuna a hombres jóvenes y adultos hasta los 26 años.

Otras formas de prevención incluyen:

  • Uso correcto del preservativo (aunque no cubre toda la zona genital).
  • Cribado regular (pruebas de detección) en mujeres a partir de los 30 años.
  • Evitar fumar, ya que el tabaquismo debilita el sistema inmunológico.
  • Educación sexual integral, que informe sin tabúes.

Tratamiento: actuar a tiempo puede salvar vidas

Aunque no existe un tratamiento para eliminar el virus como tal, sí se pueden tratar sus consecuencias. Las verrugas genitales, lesiones precancerosas y los diferentes tipos de cáncer provocados por el VPH tienen opciones terapéuticas que incluyen cirugía, radioterapia, quimioterapia y cuidados paliativos.

El éxito del tratamiento depende en gran medida del diagnóstico precoz. En los países donde se ha establecido un buen sistema de tamizaje, las tasas de mortalidad han disminuido significativamente.

¿Qué está haciendo la OMS y qué debemos exigir?

La Organización Mundial de la Salud lanzó en 2020 una estrategia global para eliminar el cáncer cervicouterino como problema de salud pública, con tres metas para 2030:

  • Vacunación del 90% de las niñas antes de los 15 años.
  • Cribado del 70% de las mujeres con pruebas de alta precisión.
  • Tratamiento del 90% de las mujeres diagnosticadas con lesiones precancerosas.

Estos objetivos no pueden alcanzarse sin voluntad política, inversión estatal y una ciudadanía informada y exigente. En América Latina, los avances son irregulares: países como México y Argentina han logrado coberturas decentes de vacunación, mientras que en otros, como Ecuador, aún falta mucho por mejorar.

Entonces, nos preguntamos nuevamente:

  • ¿Por qué seguimos perdiendo vidas a causa de un virus prevenible?
  • ¿Por qué no se habla más sobre esto en las escuelas, en los medios, en nuestras familias?

El VPH y sus consecuencias no son una condena inevitable. Son el reflejo de sistemas de salud frágiles, de brechas de género, de estigmas sobre la sexualidad y, sobre todo, de falta de información.

Hablar del VPH es hablar de justicia social, de equidad en salud, de romper silencios incómodos pero necesarios.

Si tienes hijas, hijos, hermanas o simplemente alguien a quien amas, anímate a conversar sobre el VPH. Habla con tu médico o acude a tu centro de salud más cercano para conocer sobre las vacunas y pruebas de detección. La información puede ser incómoda, pero el silencio puede ser mortal.

Porque prevenir el cáncer también es un acto de amor.

Escrito por: Nicole Murillo

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