En Ecuador, el VIH ha dejado de ser solo una enfermedad silenciosa para convertirse en un problema de salud pública cada vez más visible y alarmante, en los últimos años, se ha registrado un aumento sostenido en el número de nuevos diagnósticos, sobre todo en jóvenes y adolescentes, mientras las autoridades sanitarias parecen reaccionar con lentitud. Lo más grave es que 3 de cada 100 niños nacen con el virus en el país, una cifra que expone no solo fallas médicas, sino una grave crisis de educación y prevención.
Mientras en muchos países de la región se consolidan estrategias eficaces para reducir la transmisión del VIH, Ecuador sigue enfrentando obstáculos estructurales como la falta de acceso a pruebas gratuitas, escasa cobertura de campañas informativas y un sistema de salud que no siempre garantiza atención oportuna a las poblaciones más vulnerables.
¿Qué es el VIH y cómo se puede evitar?
El Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH) ataca el sistema inmunológico, debilitando las defensas del cuerpo y haciéndolo más vulnerable a infecciones, si no se trata, la infección avanza hasta convertirse en SIDA (Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida), una etapa crítica en la que el organismo ya no puede combatir enfermedades comunes.
El virus no se transmite por abrazos, besos, contacto casual o alimentos compartidos, las vías reales de contagio incluyen el contacto con sangre infectada, las relaciones sexuales sin protección, el uso compartido de jeringas contaminadas y la transmisión de madre a hijo durante el embarazo, parto o lactancia (conocida como transmisión vertical).
Afortunadamente, existen múltiples formas de prevención, el uso correcto del preservativo, las pruebas periódicas, la profilaxis preexposición (PrEP) para personas en riesgo, y el tratamiento antirretroviral durante el embarazo son medidas altamente efectivas. Hoy en día, si una mujer embarazada con VIH recibe el tratamiento adecuado, la probabilidad de que su bebé nazca sin el virus es inferior al 1%.
Realidad ecuatoriana: aumento de casos y transmisión a recién nacidos
En Ecuador, lejos de disminuir, los casos de VIH han aumentado, las provincias de Guayas, Pichincha, Esmeraldas y Manabí concentran el mayor número de diagnósticos, en especial preocupa el alza entre jóvenes de entre 15 y 24 años, lo cual refleja una combinación de desinformación, falta de educación sexual integral y acceso limitado a métodos de prevención.
Pero el dato que más alarma a organizaciones nacionales e internacionales es el número de niños que nacen con VIH, según estimaciones recientes de entidades de salud y derechos humanos, alrededor del 3% de los nacimientos presentan transmisión del virus, esto no solo representa una tragedia evitable, sino una evidencia clara del colapso de las estrategias de salud materna y prevención vertical en el país.
Esto nos hace plantearnos la pregunta, ¿Por qué sucede esto si existen tratamientos efectivos para evitarlo? Las respuestas señalan varios factores: muchas mujeres embarazadas no acceden a controles prenatales adecuados, otras no reciben un diagnóstico a tiempo, y algunas, simplemente, no obtienen la medicación necesaria por falta de recursos o de información. En muchos casos, el estigma social incluso les impide buscar ayuda.
La negligencia estructural
A pesar de estas cifras preocupantes, el tema sigue sin ocupar un lugar prioritario en la agenda pública ni en los discursos del gobierno, las campañas informativas sobre VIH son esporádicas y poco visibles. Las pruebas gratuitas de detección no siempre están disponibles en centros de salud de zonas rurales, y la capacitación al personal médico sobre cómo tratar a personas seropositivas, especialmente embarazadas, es desigual.
Además, la falta de una política integral de educación sexual en las escuelas impide que adolescentes reciban información básica sobre salud sexual, métodos de prevención y autocuidado. En un país donde todavía se discute si hablar de sexualidad en las aulas es «adecuado» o no, el VIH se convierte en un tabú, lo cual alimenta la desinformación, los contagios y el estigma.
Por si fuera poco, muchas personas que viven con el virus enfrentan discriminación en sus trabajos, en sus familias e incluso en instituciones médicas, este estigma sigue siendo una barrera enorme para el diagnóstico temprano, el acceso a tratamiento y la mejora de la calidad de vida.
Educación y salud: las ausencias que cuestan vidas
Lo que hoy ocurre en Ecuador con el VIH no se puede explicar solo desde la perspectiva médica, es ante todo, un problema político y social, que nace de la desatención estructural al derecho a la salud y a la educación. La falta de inversión sostenida en campañas de prevención, el abandono de programas de educación sexual y la débil articulación entre los ministerios de Salud y Educación están teniendo consecuencias trágicas, sobre todo para los sectores más empobrecidos y excluidos.
Es urgente que el Estado ecuatoriano tome medidas concretas, ampliar el acceso a pruebas y tratamientos antirretrovirales, garantizar atención especializada a mujeres embarazadas con VIH, implementar educación sexual integral desde edades tempranas y sobre todo, combatir el estigma a través de la información y la empatía.
Hablar de VIH no debería ser un acto de valentía, sino parte del ejercicio cotidiano de nuestros derechos, cada niño que nace con VIH hoy en Ecuador es un símbolo de lo que no se está haciendo y cada caso prevenible que se convierte en diagnóstico es un recordatorio de que el silencio, la desinformación y la indiferencia también matan.
Escrito por: Alisson Inaquiza