El Ecuador se prepara para una segunda vuelta electoral entre Luisa González, candidata de la Revolución Ciudadana, y Daniel Noboa, del movimiento Acción Democrática Nacional (ADN). Este balotaje llega en un contexto de polarización política, desconfianza en las instituciones y una creciente incertidumbre sobre el futuro del país.
La primera vuelta, celebrada el 9 de febrero, dejó un escenario dividido: Noboa obtuvo el 44.17% de los votos, mientras que González alcanzó el 44%. La diferencia entre ambos fue de apenas 16,746 votos, lo que refleja la intensa competencia entre dos visiones políticas opuestas.
Sin embargo, el proceso electoral no ha estado exento de polémicas. Daniel Noboa, actual presidente en funciones, no solicitó licencia para hacer campaña, lo que generó críticas por el uso de recursos públicos y la falta de claridad sobre quién asumía la vicepresidencia durante su ausencia. Además, el Consejo Nacional Electoral (CNE) ha sido cuestionado por decisiones como la prohibición del uso de celulares en los recintos electorales, medida que muchos consideran inconstitucional.
La polarización no solo se refleja en las urnas, sino también en el discurso político. Mientras algunos sectores apoyan a Noboa como una figura de continuidad, otros ven en González una opción para retomar las políticas de la Revolución Ciudadana. Esta división ha exacerbado las tensiones sociales y ha dejado en evidencia la falta de diálogo entre los actores políticos.
En este contexto, la ciudadanía enfrenta un dilema: votar por la estabilidad que promete Noboa o apostar por un cambio radical con González. Lo cierto es que, independientemente del resultado, el próximo gobierno tendrá el desafío de reconstruir la confianza en las instituciones y abordar los problemas urgentes del país, como la inseguridad, la crisis económica y la falta de empleo.
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