El Manchester United firmó una noche memorable en San Mamés, con una contundente victoria 0-3 ante el Athletic Club de Bilbao, por la ida de las semifinales de la UEFA Europa League 2025. Mientras su presente en la Premier League es alarmante, con el equipo de Rúben Amorim coqueteando con los puestos de descenso, en Europa los ‘Red Devils’ parecen transformarse. Este resultado no solo los acerca a una final internacional, sino que renueva una imagen dañada por semanas de inestabilidad, críticas y resultados adversos en el plano local.
La cita en el País Vasco se preveía como una batalla táctica entre un Athletic aguerrido y un United herido pero con oficio internacional. Sin embargo, desde el primer minuto, el encuentro se inclinó a favor del conjunto inglés, que aprovechó al máximo cada error de su rival para imponer condiciones.
La primera anotación llegó de manera sorpresiva, más por su gestación que por su ejecución. Harry Maguire, central criticado y eje de memes en redes sociales durante los últimos años, protagonizó una jugada más propia de un extremo que de un zaguero. Desbordó por derecha y lanzó un centro que, tras un toque de Ugarte, encontró a Casemiro en el área. El brasileño cabeceó con precisión, venciendo a Unai Simón y abriendo la cuenta. Un gol que heló a los más de 50 mil aficionados bilbaínos presentes en el estadio.
Poco después, una acción que cambiaría el partido. Hojlund, incisivo como siempre, ingresó al área y fue derribado por Dani Vivian. El árbitro no dudó en señalar el penalti, aunque el VAR revisó la jugada por una posible mano previa de Alejandro Garnacho. Finalmente, se mantuvo la decisión, y para peor fortuna del Athletic, Vivian fue expulsado. Bruno Fernandes ejecutó el penal con su habitual calma y puso el 0-2 en el marcador.
Antes del descanso, el propio Fernandes aparecería nuevamente para firmar el tercero. El mediocampista portugués culminó una transición perfecta del United, tras una asistencia milimétrica de Ugarte. Con ese tanto, el partido quedó prácticamente liquidado antes del entretiempo. El Athletic, aturdido y con un hombre menos, nunca logró reponerse.
La segunda mitad tuvo un ritmo mucho más bajo, con el Manchester gestionando el resultado y el Athletic intentando evitar una catástrofe mayor. Valverde apostó por cuidar piezas pensando en una remontada milagrosa en Old Trafford, aunque el golpe anímico recibido en casa difícilmente se olvide tan rápido.
Este triunfo, sin embargo, no puede analizarse sin poner en contexto la crisis que vive el Manchester United en Inglaterra. Amorim, quien asumió el cargo con la misión de reconstruir un equipo caótico, ha sufrido múltiples derrotas en la Premier y ha sido cuestionado por sus rotaciones y decisiones tácticas. La Europa League, en ese sentido, ha sido su refugio, el único espacio donde el equipo ha mostrado solidez, cohesión y carácter.
Las figuras individuales también aportaron lo suyo. Casemiro, criticado por su lentitud en liga, fue un líder en la mitad de la cancha. Bruno Fernandes, pese a su irregularidad, apareció en el momento indicado. Incluso Maguire, tantas veces señalado, mostró personalidad y compromiso. Todos parecen entender que esta competencia puede ser su única oportunidad real de salvar una temporada que, de lo contrario, pasará al olvido como una de las peores del club en la última década.
Por el lado del Athletic, el dolor es doble. No solo pierden en casa con un resultado lapidario, sino que lo hacen sabiendo que la final de esta Europa League se disputará justamente en San Mamés. El sueño de levantar un trofeo internacional en casa ahora luce lejano, casi utópico. Aun así, Valverde ha insistido en que “mientras haya vida, hay esperanza”, aunque todos saben que la empresa será titánica.
La polémica también estuvo presente. La decisión del VAR de no invalidar la jugada previa al penalti ha sido duramente criticada por la prensa local, que considera que hubo mano clara de Garnacho. Sin embargo, ni esa jugada ni la expulsión explican completamente el colapso defensivo del Athletic en la primera mitad. La falta de reacción y la desconcentración fueron evidentes, algo inusual en un equipo que ha hecho del carácter su sello.
Con el 0-3 en el marcador global, el Manchester United viaja a Old Trafford con la misión de cerrar la serie y confirmar su presencia en la final. Sería una bocanada de aire fresco en medio de una tormenta. Porque más allá de las victorias, lo que Amorim necesita es cohesionar un proyecto que aún está en construcción y bajo constante escrutinio.
La pregunta es si esta versión europea del United puede trasladarse también al plano doméstico. Si es solo un espejismo, el club podría terminar la temporada ganando un título internacional mientras desciende en Inglaterra. Un contraste brutal pero no imposible, que marcaría una página surrealista en la historia del club.
Por ahora, lo único claro es que en Bilbao se escribió un nuevo capítulo de un United que, cuando se trata de Europa, sigue siendo capaz de sorprender. Un equipo con historia, pero también con muchas heridas por sanar.
Escrito por Jefferson Yazuma.