¿Qué representa la familia en el contexto actual de Ecuador?
¿Estamos protegiendo y fortaleciendo verdaderamente este núcleo fundamental de la sociedad?
Cada 15 de mayo, el mundo conmemora el Día Internacional de las Familias, una jornada que invita a reflexionar sobre el papel esencial que desempeñan las familias en el desarrollo integral de las personas, tanto a nivel emocional como social, económico y educativo. Esta fecha, proclamada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1993, nos recuerda que la familia no solo es un espacio afectivo, sino también una institución social básica que influye directamente en el bienestar individual y colectivo.
La familia: evolución y permanencia
A lo largo de la historia, el concepto de familia ha ido transformándose para adaptarse a los cambios sociales y culturales. Hoy en día existen diversas conformaciones familiares que rompen con el molde tradicional, pero mantienen su esencia: ser el primer espacio de contención, afecto, educación y protección. En Ecuador, esta institución sigue siendo central. De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), el 73% de los hogares están compuestos por familias nucleares o extendidas, lo que confirma su peso en la organización social y su papel clave en la cohesión comunitaria.
A pesar de su importancia, muchas familias enfrentan desafíos estructurales que dificultan su funcionamiento saludable: la pobreza, la violencia intrafamiliar, la migración, el desempleo o la precariedad laboral impactan directamente sobre la estabilidad emocional y económica de sus miembros. Ante este panorama, el Día Internacional de las Familias no debe ser visto como una simple efeméride, sino como un llamado urgente a la acción desde múltiples frentes.
Un marco legal que protege: El Código de la Niñez y Adolescencia
En el caso ecuatoriano, uno de los instrumentos más relevantes para la protección del entorno familiar es el Código de la Niñez y Adolescencia, vigente desde 2003. Esta normativa establece los derechos fundamentales de niños, niñas y adolescentes, y promueve que las familias sean espacios seguros, amorosos y responsables. La ley no solo regula aspectos como la patria potestad, custodia o tenencia, sino que también incluye mecanismos para prevenir, detectar y sancionar cualquier forma de violencia, negligencia o abandono.
Según Unicef Ecuador (2022), el 45% de niños y adolescentes ha experimentado algún tipo de violencia intrafamiliar. Esta alarmante cifra revela la urgencia de implementar políticas públicas efectivas y de promover una cultura de crianza respetuosa, libre de violencia. El marco legal es necesario, pero no suficiente: debe ir acompañado de educación, sensibilización y fortalecimiento institucional para garantizar su cumplimiento y efectividad.
Una conmemoración con sentido global
El Día Internacional de las Familias comenzó a celebrarse oficialmente en 1994, como parte del Año Internacional de la Familia decretado por la ONU. Desde entonces, se han promovido eventos, campañas educativas y acciones comunitarias en más de 190 países. En lugares como Sudáfrica, Vietnam, Uruguay y regiones de Canadá y Estados Unidos, esta jornada se celebra con feriados, festivales y actividades familiares abiertas al público.
En Ecuador, si bien no es un día de descanso oficial, se han impulsado iniciativas desde el sector educativo, comunitario y gubernamental para resaltar su importancia. Talleres de crianza positiva, conversatorios intergeneracionales, campañas de sensibilización y actividades recreativas en escuelas son parte de los esfuerzos por fortalecer el lazo familiar y promover valores como el respeto, la empatía y la corresponsabilidad.
¿Cuál fue el enfoque en 2024?
Este año, el tema central del Día Internacional de las Familias giró en torno a la importancia del aprendizaje desde la primera infancia y el reconocimiento de la familia como el primer agente educador. Esta línea temática se alinea directamente con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), especialmente con el ODS n.º 4 (educación de calidad) y el ODS n.º 16 (paz, justicia e instituciones sólidas).
Fortalecer a las familias en su rol educativo implica acompañarlas en la adquisición de herramientas para criar con afecto, enseñar con el ejemplo y promover la autonomía y el pensamiento crítico desde los primeros años. No se trata de reemplazar a la escuela, sino de complementarla en un trabajo conjunto.
Ecuador: desafíos familiares en cifras
Las estadísticas disponibles pintan un panorama complejo que requiere atención urgente:
- El 30% de las familias ecuatorianas vive en condiciones de pobreza por ingresos, lo que limita su acceso a servicios básicos como salud, educación, vivienda digna o alimentación adecuada (INEC, 2023).
- Un 28% de niños entre 5 y 14 años trabaja, lo que vulnera su derecho a una infancia segura, saludable y educativa.
- El 37% de hogares son monoparentales, principalmente liderados por mujeres, quienes muchas veces enfrentan dobles o triples jornadas laborales no remuneradas para sostener emocional y económicamente a su familia.
Estas cifras reflejan desigualdades estructurales que deben ser enfrentadas desde una mirada integral. No se puede hablar de fortalecer a las familias si no se garantiza acceso a oportunidades, justicia social y condiciones mínimas de bienestar.
¿Cómo celebrar el Día Internacional de las Familias?
Más allá de lo simbólico, esta fecha puede convertirse en una oportunidad para reconectar, dialogar y valorar el tiempo compartido. A continuación, diez actividades creativas, afectivas y accesibles que puedes realizar en familia:
- Crear un mural familiar con huellas de las manos: ideal para simbolizar unión y diversidad.
- Organizar una sesión de fotos temática: momentos divertidos que quedarán en la memoria.
- Elaborar una cápsula del tiempo con recuerdos: cartas, dibujos, objetos que reflejen el presente.
- Realizar una obra de teatro casera: fomenta la creatividad y el trabajo en equipo.
- Picnic con juegos tradicionales: una pausa para disfrutar al aire libre con risas y juegos.
- Crear figuras de plastilina de cada miembro familiar: una actividad lúdica que estimula la imaginación.
- Escribir un cuento ilustrado entre todos: donde cada uno aporte una parte de la historia.
- Diseñar una carrera de relevos con retos familiares: ideal para ejercitarse y divertirse juntos.
- Elaborar un álbum de fotos artesanal: recuerdos impresos que fortalecen el sentido de pertenencia.
- Organizar una fiesta temática con música y disfraces: porque celebrar también es parte del cuidado.
Estas actividades no requieren grandes recursos económicos. Solo necesitan algo más valioso: tiempo, disposición y afecto. Son herramientas que permiten enseñar con el ejemplo valores fundamentales como el respeto, la cooperación, la empatía y la solidaridad.
Una mirada hacia el futuro: ¿Estamos invirtiendo en nuestras familias?
Es fundamental preguntarnos: ¿Cuánto valor le damos a la familia en nuestra vida diaria? ¿Estamos garantizando entornos seguros, afectivos y estimulantes para las nuevas generaciones? La familia no debe ser vista como una institución estática o romántica, sino como un espacio vivo en constante transformación, que requiere apoyo, políticas inclusivas y corresponsabilidad social.
En tiempos donde las brechas se amplían, donde las crisis migratorias y económicas azotan a miles de hogares, y donde la violencia muchas veces irrumpe en la intimidad del hogar, es imprescindible reforzar los lazos familiares desde todos los sectores. Desde la escuela, los medios, la comunidad y las políticas públicas, debemos fomentar una cultura familiar basada en la equidad, la escucha activa y el respeto mutuo.
Porque cada acción cuenta. Porque el cambio empieza en casa.
Invertir en la familia es invertir en el futuro. Allí se siembran los valores que sostendrán a las próximas generaciones. Allí se aprenden los primeros gestos de amor, justicia y solidaridad. Las familias no son perfectas, pero pueden ser espacios de transformación cuando se acompañan desde el cuidado y la conciencia colectiva.
Este 15 de mayo, más que una celebración, propongámonos un compromiso de reforzar el tejido familiar desde nuestras acciones cotidianas. Hablar con más empatía, apoyar con más generosidad, educar con más paciencia. Porque la transformación social comienza allí, donde se entrelazan historias, esperanzas y aprendizajes en casa.
Escrito por: Nicole Murillo