¿Alguna vez te has preguntado quiénes son las personas que actúan cuando ocurre una tragedia? ¿O quiénes ofrecen ayuda sin esperar nada a cambio, incluso en los momentos más difíciles?
El 8 de mayo se conmemora el Día Mundial de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, una jornada internacional para reconocer el poder del voluntariado, la compasión desinteresada y el compromiso por salvar vidas. Este 2025, el lema global es “Hacemos desde el corazón”, una afirmación que no solo honra a quienes forman parte del Movimiento Internacional de la Cruz Roja, sino que también refleja el espíritu que mueve a cada voluntario, médico, rescatista y trabajador humanitario alrededor del mundo.
Desde las grandes urbes hasta los rincones más apartados del planeta, y desde los centros médicos hasta las zonas devastadas por desastres naturales, la Cruz Roja está presente. Y lo hace gracias a ese motor silencioso pero poderoso: el corazón de quienes creen en la solidaridad como una forma de vida.
Un origen marcado por la compasión
La historia de la Cruz Roja tiene raíces profundas en el dolor humano y la esperanza. Fue fundada gracias a la visión del suizo Henry Dunant, quien, en 1859, al presenciar la devastadora Batalla de Solferino, se conmovió ante la falta de atención para los soldados heridos. Su propuesta fue revolucionaria: crear un tratado que obligara a los ejércitos a atender a los heridos sin distinción y fundar sociedades que ofrecieran ese apoyo sanitario.
Esa chispa inicial se convirtió en el Movimiento Internacional de la Cruz Roja y la Media Luna Roja, que hoy en día es la red humanitaria más grande del mundo, con más de 16 millones de voluntarios activos en 192 países.
Ecuador también hace desde el corazón
En el caso de Ecuador, la historia de la Cruz Roja comenzó a gestarse en abril de 1910, ante una posible guerra con Perú. Un grupo de médicos guayaquileños lideró la iniciativa, preocupado por la falta de atención para los soldados heridos. El 22 de abril, en el Salón de Honor del Colegio Vicente Rocafuerte de Guayaquil, se sentaron las bases de lo que sería la Cruz Roja Ecuatoriana (CRE).
Ese mismo año, el presidente Eloy Alfaro firmó un decreto que le dio respaldo legal a esta noble causa, convirtiendo a Ecuador en uno de los países que se comprometieron a cumplir con los principios de la Convención de Ginebra.
La CRE fue reconocida internacionalmente en 1923, y desde entonces, ha crecido hasta convertirse en un pilar esencial de ayuda y respuesta humanitaria en todo el país.
Más que palabras: datos que conmueven
La Cruz Roja Ecuatoriana no es solo una institución con historia: es una organización viva, activa y presente en momentos clave. A través de sus más de 8.000 voluntarios desplegados a nivel nacional, ha podido ofrecer servicios esenciales en todo el territorio.
Durante el último año:
- 505 personas fueron atendidas con servicios prehospitalarios.
- 840 ciudadanos fueron evacuados en situaciones de riesgo.
- 1.059 personas recibieron apoyo psicosocial en contextos de crisis.
- Más de 26.812 personas accedieron a asistencia humanitaria directa (kits, productos).
- Y 8.636 personas fueron beneficiadas con transferencias monetarias, permitiéndoles recuperar su autonomía en momentos críticos.
Cada cifra representa un rostro, una familia, una historia rescatada del abandono o la desesperanza.
Programas que transforman comunidades
La labor de la CRE no se limita a la atención de emergencias. Cuenta con programas sólidos y estratégicos como:
- Gestión del Riesgo de Desastres: preparación, prevención y respuesta ante eventos naturales o antrópicos.
- Salud y Desarrollo Comunitario: promoción de hábitos saludables, educación en salud sexual y reproductiva, vacunación y atención médica preventiva.
- Principios y Valores Humanitarios: educación en derechos humanos, no discriminación e inclusión social.
- Juventud: formación de jóvenes líderes comprometidos con sus comunidades.
Estas áreas no solo alivian el dolor, sino que también empoderan a las personas para construir entornos más seguros, justos y sostenibles.
Valores que construyen esperanza
Lo que diferencia a la Cruz Roja no es solo su capacidad logística, sino los valores que guían cada paso:
- Transparencia e integridad, para mantener la confianza de las personas y las instituciones.
- Innovación, para mejorar constantemente los servicios con tecnología y conocimiento actualizado.
- Solidaridad y compromiso, con vocación genuina por ayudar.
- Inclusión, diversidad y equidad, principios vitales en una sociedad que lucha por romper barreras históricas.
Y, sobre todo, ética, porque cuando se trata de vidas humanas, los principios deben estar por encima de cualquier interés.
Una celebración simbólica y global
Este 8 de mayo, edificios emblemáticos en todo el mundo, desde la Sagrada Familia en Barcelona hasta la Cúpula del Milenio en Valladolid, se iluminarán de rojo. Ecuador no será la excepción: localidades con presencia activa de asambleas locales también se sumarán a este gesto, que simboliza el latido solidario de millones de corazones alrededor del mundo.
Porque, aunque muchos no lo sepan, una de cada 200 personas que nos rodean es voluntaria de la Cruz Roja. Esa vecina que siempre ayuda, ese joven que lidera campañas de recolección, ese médico que corre al desastre sin dudar… todos ellos hacen desde el corazón, sin esperar reconocimiento.
¿Seguimos siendo indiferentes al sufrimiento ajeno?
En una época donde el individualismo, la polarización y la desinformación parecen ganar terreno, el trabajo silencioso de instituciones como la Cruz Roja reivindica el valor de lo humano por encima de lo superficial.
La crisis climática, los conflictos armados, las pandemias y la desigualdad social exigen respuestas colectivas y comprometidas. La Cruz Roja actúa cuando el resto del mundo se paraliza, y lo hace sin condiciones: sin preguntar por nacionalidad, religión, género o situación legal.
Frente a esta realidad, cabe preguntarse: ¿qué tanto valoramos el trabajo de quienes lo dan todo sin esperar nada a cambio? ¿Y qué estamos haciendo nosotros, desde nuestro lugar, por los demás?
La Cruz Roja no es solo una organización. Es un símbolo de humanidad activa. Es la mano tendida en medio del caos, la voz que consuela en la pérdida, la esperanza que se cuela entre los escombros. En Ecuador y en el mundo, el Día Mundial de la Cruz Roja y la Media Luna Roja no es una simple fecha. Es un llamado. Un recordatorio de que ayudar está al alcance de todos.
Puede que tú no seas voluntario aún, pero todos tenemos un corazón capaz de actuar con compasión.
Si quieres contribuir con el accionar de la Cruz Roja Ecuatoriana, visita su sitio web oficial, infórmate sobre sus programas o acércate a tu asamblea local más cercana. Una hora de tu tiempo podría marcar la diferencia en la vida de alguien más.
¿Y tú, ya pensaste en qué puedes hacer desde el corazón hoy?
Escrito por: Nicole Murillo