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Crisis Global de Hambre 2025: América Latina y Ecuador en alerta

El informe más reciente de la Red Global contra las Crisis Alimentarias (GRFC), correspondiente a 2025, presenta un panorama alarmante: en 2024, más de 295 millones de personas en 53 países sufrieron hambre aguda. Se trata del sexto año consecutivo en que aumenta la inseguridad alimentaria a nivel mundial. Estos no son solo números, sino reflejo de la vida diaria de millones de personas que enfrentan condiciones extremas, sin acceso a alimentos suficientes y nutritivos.

Tres motores de la crisis: conflictos, clima y economía

Los principales factores que impulsan esta crisis son los conflictos armados, el cambio climático y las dificultades económicas. El informe señala que más de 140 millones de personas fueron desplazadas o directamente afectadas por la violencia y la inestabilidad política. Las guerras, el terrorismo y las crisis internas no solo destruyen infraestructuras esenciales y frenan la producción agrícola, sino que también obligan a miles a abandonar sus hogares, dejándolos sin medios para alimentarse.

El cambio climático agrava aún más la situación. Sequías prolongadas, inundaciones, tormentas severas y olas de calor han devastado cultivos y contaminado fuentes de agua. Estos fenómenos extremos, cada vez más frecuentes e intensos, evidencian lo frágiles que son los sistemas alimentarios actuales frente a un entorno ambiental cambiante.

La crisis económica también juega un papel clave. La inflación, el desempleo, la depreciación de monedas locales y los efectos persistentes de la pandemia han reducido drásticamente el poder adquisitivo de millones de personas. Incluso en zonas sin conflictos armados, muchas familias ya no pueden permitirse comprar alimentos básicos.

América Latina: el hambre también crece

América Latina no escapa a esta emergencia. Según el GRFC, casi 20 millones de personas en la región sufrieron inseguridad alimentaria aguda en 2024. Colombia encabeza la lista con 8,8 millones de personas afectadas, entre ellas ciudadanos colombianos y migrantes venezolanos. Las causas incluyen el conflicto armado interno, los desplazamientos forzados y las barreras de acceso a servicios básicos.

Haití sigue en una situación crítica. Con 5,4 millones de personas afectadas, enfrenta una combinación devastadora de inestabilidad política, pobreza crónica, violencia generalizada y alta vulnerabilidad ante desastres naturales. Es el país con la peor crisis alimentaria de la región, con miles de personas en riesgo de inanición (Fase 5, según la clasificación IPC).

Ecuador: migración y desastres naturales agravan la inseguridad

En Ecuador, alrededor de 200.000 personas enfrentaron inseguridad alimentaria aguda en 2024. La mayoría son migrantes y refugiados venezolanos que viven en condiciones económicas precarias, con dificultades para acceder a empleo, servicios básicos y una alimentación adecuada.

Además, el país ha sufrido desastres ambientales que empeoran el acceso a alimentos. Un caso preocupante fue el derrame de petróleo en Esmeraldas, que afectó seriamente a comunidades pesqueras y agrícolas al contaminar recursos naturales esenciales. Esto muestra cómo los factores humanos y ambientales pueden combinarse para empeorar rápidamente la seguridad alimentaria en comunidades vulnerables.

Menos ayuda internacional: una amenaza creciente

El informe también advierte sobre la disminución proyectada de la ayuda internacional en 2025. Organismos como USAID han comenzado a recortar sus programas de asistencia, lo que podría dejar a millones de personas sin acceso a alimentos básicos. Esta “fatiga de los donantes” representa un grave riesgo que amenaza con revertir años de esfuerzos humanitarios y dejar desprotegidas a las poblaciones más vulnerables.

Urge una respuesta global, coordinada y estructural

Frente a este panorama, el GRFC hace un llamado urgente a la acción. No basta con respuestas de emergencia. Se necesita una estrategia global, sostenida y estructural que aborde las raíces del problema. Las recomendaciones incluyen:

  • Invertir en agricultura local, sostenible y resiliente al clima.
  • Fortalecer los sistemas alimentarios nacionales para mejorar la distribución y el acceso.
  • Ampliar las redes de protección social para garantizar una alimentación digna.
  • Impulsar soluciones diplomáticas que promuevan la paz en zonas de conflicto.
  • Movilizar recursos a largo plazo con cooperación entre gobiernos, organizaciones no gubernamentales, organismos internacionales y el sector privado.

Una advertencia que no se puede ignorar

El informe de 2025 lanza un mensaje claro: el hambre no solo persiste, está creciendo. Países como Colombia, Haití y Ecuador enfrentan escenarios donde confluyen factores sociales, económicos y ambientales que agravan la crisis. Y el posible retroceso en la ayuda internacional hace aún más urgente una respuesta decidida y coordinada.

Garantizar la seguridad alimentaria no debe seguir siendo una promesa. Tiene que convertirse en una prioridad real de la política internacional. Ignorar esta crisis es aceptar que millones vivan en el sufrimiento como si fuera algo normal —y eso, sencillamente, no puede ser una opción.

Escrito por: Klever Ushinia

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