Cotocollao, uno de los barrios con mayor carga histórica y simbólica del norte de Quito, se ha convertido en el epicentro de la contaminación atmosférica en la ciudad. Así lo confirma el más reciente informe de la Red Metropolitana de Monitoreo de la Calidad del Aire (Remaq), que señala a esta zona como la más afectada por la mala calidad del aire. En sus calles angostas, el hollín en los muros y las nubes persistentes de humo vehicular han dejado de ser una excepción: son parte del paisaje diario.
El tránsito vehicular, denso y constante, es una de las principales fuentes del problema. En varias intersecciones, es común observar hasta cuatro autobuses detenidos simultáneamente, que al reiniciar su marcha liberan grandes cantidades de emisiones contaminantes. Esta situación, que se repite cada pocos minutos, genera preocupación entre residentes y comerciantes, quienes conviven con un aire cada vez más irrespirable.
Contaminación al alza: los contaminantes más peligrosos
El informe técnico de Remaq advierte sobre la presencia elevada de contaminantes clave como dióxido de nitrógeno (NO₂), partículas finas (PM₂.₅ y PM₁₀), ozono troposférico, monóxido de carbono y dióxido de azufre (SO₂). Todos estos elementos superan los niveles recomendados por la Organización Mundial de la Salud, lo que representa una amenaza directa a la salud pública, especialmente para niños, personas mayores y quienes padecen enfermedades respiratorias.
Los efectos de esta contaminación son tangibles. “Me arden los ojos y la garganta; en las tardes es más difícil respirar”, relata Teresa Almeida, comerciante del sector. Conductores de buses y microbuses también reportan malestares similares, atribuibles a la constante exposición a gases tóxicos en espacios cerrados o poco ventilados.
El tráfico vehicular como núcleo del problema
Rosita Fonseca, jefa de la Secretaría de Ambiente del Municipio de Quito, reconoció que el principal generador de contaminación en Cotocollao es el tráfico motorizado. “Contamos con un parque automotor envejecido, con tecnologías que no responden a los estándares ambientales que la ciudad requiere”, advirtió.
Fonseca agregó que la calidad de los combustibles es un factor crítico en esta ecuación. “El diésel y la gasolina que se comercializan en el país tienen altos niveles de azufre, lo que incrementa la emisión de partículas contaminantes y agrava la situación”, explicó.
Transporte público y polvo urbano: una mezcla peligrosa
El transporte público, lejos de ser parte de la solución, se ha convertido en uno de los principales emisores de gases nocivos. Buses y microbuses que operan sin descanso congestionan las calles más estrechas del barrio, donde la ventilación natural es limitada. “En horas pico, el aire se vuelve prácticamente irrespirable”, sostiene Marcelo Salazar, conductor de la ruta La Ofelia–Cotocollao.
A esto se suma el polvo urbano, producto del tránsito constante y del mal estado de la vía, que eleva aún más la presencia de partículas finas en suspensión. Estas pueden ingresar fácilmente al sistema respiratorio humano, generando afecciones crónicas como asma, bronquitis o enfermedades pulmonares obstructivas.
El papel de las industrias y las brechas en las políticas públicas
Aunque existen normativas que regulan las emisiones industriales, las autoridades coinciden en que estas no son la principal fuente de polución en Cotocollao. “El problema central no está en las industrias, sino en el flujo diario y desordenado de vehículos”, aclaró Fonseca.
No obstante, el Municipio admite que las políticas actuales son insuficientes. “Trabajamos en iniciativas de movilidad sostenible y en mejorar la calidad de los combustibles, pero se requiere el compromiso del Gobierno central y del sector privado para lograr un cambio estructural”, señaló la funcionaria.
Hacia una solución integral: propuestas y desafíos
Expertos en calidad ambiental coinciden en que la mitigación del problema pasa por un enfoque integral. Entre las medidas urgentes destacan: la renovación de la flota de transporte público, la adopción de combustibles más limpios, el fortalecimiento de los controles de emisiones vehiculares y el fomento de la movilidad activa, como el uso de la bicicleta o el desplazamiento peatonal.
Sin embargo, estas soluciones requieren inversiones significativas, voluntad política sostenida y una ciudadanía consciente y comprometida. “También necesitamos que la gente participe, que reduzca el uso del vehículo particular y opte por medios de transporte más sostenibles”, subrayó Fonseca.
Un llamado urgente a la acción
La contaminación en Cotocollao no es solo un problema ambiental: es una amenaza directa a la salud y a la calidad de vida de miles de personas. La comunidad, las autoridades y los especialistas coinciden en que no hay tiempo que perder.
“Esto no puede esperar”, enfatizó Fonseca. “Cada día respiramos un aire que nos enferma y que degrada nuestro entorno”.
Mientras tanto, los habitantes de Cotocollao continúan a la espera de acciones concretas. Si bien la recuperación de la calidad del aire no será inmediata, el reconocimiento del problema y una respuesta decidida son los primeros pasos hacia un futuro más saludable y sostenible.
Escrito por: Klever Ushinia