En un mundo donde los derechos humanos ocupan un lugar destacado en los discursos políticos y sociales, surge una iniciativa que invita a reflexionar sobre la importancia de las responsabilidades como complemento indispensable de los derechos. La Carta Universal de los Deberes Humanos, concebida por el escritor portugués y Premio Nobel de Literatura José Saramago, representa un llamado urgente a equilibrar esta relación.
Un legado de José Saramago
Saramago, reconocido por su pensamiento crítico y su visión humanista, propuso que “ningún derecho podrá subsistir sin la simetría de los deberes que le corresponden”. Su Carta Universal de los Deberes Humanos fue presentada en abril de 2018 ante el secretario general de la ONU, António Guterres. Aunque no logró consolidarse como un documento vinculante debido a la falta de apoyo político, su mensaje sigue siendo profundamente vigente.
Este documento, compuesto por 23 artículos, plantea obligaciones fundamentales como actuar solidariamente, no discriminar, preservar el medio ambiente y respetar las culturas ajenas. La idea central de Saramago era que los derechos humanos solo pueden garantizarse si las personas y los Estados asumen responsabilidades proporcionales.
Derechos y deberes: Un equilibrio imprescindible
La relación entre derechos y deberes se puede comparar con las dos caras de una moneda. Mientras los derechos representan libertades y garantías para los individuos, los deberes son las obligaciones que permiten que esos derechos se hagan efectivos. Como expresó Saramago: “Con la misma vehemencia y fuerza con que reivindicamos nuestros derechos, reivindiquemos también el deber de nuestros deberes”.
Un ejemplo ilustrativo es el derecho a la alimentación. Aunque está reconocido como fundamental, su cumplimiento está condicionado a que las personas asuman la responsabilidad de no desperdiciar alimentos. Según estimaciones, reducir el desperdicio de comida podría erradicar el hambre en el mundo.
Un mensaje vigente
La Carta también aborda temas actuales como las migraciones, instando a un enfoque que priorice los derechos humanos frente a la lógica del libre comercio. Además, subraya la necesidad de proteger la biodiversidad y fomentar la paz social a través de la justicia y la solidaridad.
«Si todos cumplimos nuestros deberes, no habrá que buscar lejos los derechos», este pensamiento resuena en el llamado de Saramago a integrar los deberes como eje central de nuestra convivencia.
La perspectiva ecuatoriana
En Ecuador, la Constitución de 2008 recoge una serie de deberes ciudadanos que incluyen respetar los derechos humanos, proteger la naturaleza, colaborar en la paz social y combatir la corrupción. Estos principios están alineados con la visión de Saramago y refuerzan la importancia de asumir responsabilidades para garantizar el buen vivir.
Una tarea pendiente
La iniciativa de Saramago invita a replantear cómo enseñamos y practicamos la ciudadanía. Incorporar la Carta Universal de los Deberes Humanos en los currículos educativos como eje transversal podría ser un paso importante hacia una sociedad más consciente y equitativa. Como ciudadanos, debemos asumir un compromiso activo con nuestras responsabilidades para construir un futuro más justo.
En un momento de retos globales como el cambio climático, las desigualdades y las crisis migratorias, la Carta Universal de los Deberes Humanos no debe quedar archivada, sino convertirse en una guía viva para la acción colectiva.
¿Qué opinas tú? ¿Estamos listos para asumir nuestros deberes con la misma fuerza con la que reclamamos nuestros derechos?
Escrito por: Denisse Veliz