Barcelona Sporting Club vive un momento decisivo fuera de las canchas. A pocos días de que se abra el mercado de fichajes en la LigaPro (3 de junio de 2025), el club ha recibido un duro golpe institucional: tres sanciones consecutivas por parte de la FIFA le impiden registrar nuevos jugadores, todo a causa de deudas impagas. Lo alarmante no es solo la restricción en sí, sino el patrón: tres castigos en menos de dos semanas, en pleno contexto de eliminación continental. El problema es evidente y la urgencia, inminente.
Las sanciones se emitieron el 14, 20 y 27 de mayo. La más reciente llegó el mismo día que el club quedó fuera de la Copa Libertadores, lo que convirtió la fecha en un símbolo del presente complejo que vive el ‘Ídolo del Astillero’. Las inhibiciones son económicas y pueden levantarse si el club salda las obligaciones pendientes. Pero ese «si» condicional es una bomba de tiempo: si no pagan antes del 3 de junio, Barcelona no podrá inscribir a los cuatro refuerzos que ha planeado traer para el segundo semestre de la LigaPro.
Aunque desde la directiva se insiste en que la situación está bajo control, las declaraciones del vicepresidente administrativo Galo Roggiero suenan más a un ejercicio de contención que a una garantía real. “Hemos convivido con esto 15 años”, aseguró, como si la repetición histórica justificara la normalización de la deuda. Lo cierto es que no se han transparentado ni los montos ni los acreedores, y eso aumenta la incertidumbre.
Este escenario pone sobre la mesa una preocupación más amplia: el manejo financiero de los clubes grandes del Ecuador. Barcelona SC no es un caso aislado. Emelec, su clásico rival, enfrenta cuatro sanciones similares. Aucas, Liga de Quito y Guayaquil City también han tenido episodios parecidos. El fútbol ecuatoriano vive una contradicción profunda: aspira a competir a nivel internacional, pero se sostiene en una economía frágil, con deudas acumuladas, gestiones erráticas y pocas políticas de sostenibilidad a largo plazo.
Barcelona SC genera altos ingresos y tiene una de las aficiones más grandes del país, pero también arrastra pasivos que superan los 50 millones de dólares. En ese contexto, el margen de maniobra es limitado. No es casual que en plena necesidad de refuerzos, con una plantilla golpeada tras la eliminación en Libertadores, el club se vea condicionado por sus propias cuentas.
¿Y ahora qué?
Queda menos de una semana para que se defina el futuro de Barcelona SC en este mercado. El 3 de junio no es solo una fecha de apertura de fichajes: es una fecha límite para demostrar que el club puede responder con hechos, no solo con discursos.
La dirigencia tiene en sus manos una prueba clave. No se trata solo de pagar, sino de replantear un modelo de gestión que ha demostrado ser insostenible. La afición, que nunca ha abandonado al equipo, merece claridad, responsabilidad y resultados.
Escrito por: Jefferson Yazuma